Empezamos con una historia, desde la experiencia personal con mi primer auto… Cuando sos joven y vas a buscar tu primer autito, lo que querés es que no te deje a pata, y si es posible, que sea un modelo que te guste o del que puedas hablar con tus amigos. Pero, en la realidad, esto casi nunca importa tanto. Para mí, en un primer auto, y más si es usado, el foco tiene que estar en el estado y el bajo kilometraje, más que en el modelo o los años del auto, ¿sí?
Me acuerdo que, en marzo-abril de 2024, fui con mi amigo Tomás a ver autos. Buscábamos en Marketplace y recorríamos distintos pueblos de las sierras de Córdoba. Es gracioso porque pasamos de ver un Palio de tres puertas, modelo 1999, a un R12 modelo 1990, y lo divertido era ver que lo que le faltaba a uno, el otro lo tenía, y viceversa.
Recuerdo el caso del Palio: estaba muy lindo por fuera, la carrocería y el interior tenían muy poco desgaste. Pero al revisar la parte baja del motor y el tren delantero, todo estaba sucio y con aceite. Te deja una mala sensación ver un auto que podría darte problemas mecánicos. Igual, hay que reconocer que el Palio es fácil de arreglar y los repuestos se consiguen en todos lados. Era un motor 1.6 8V, fácil de reparar con una inyección monopunto. Aun así, lo descartamos un poco por eso.
Después vimos el R12. Por fuera estaba muy bien, repintado, y los paneles y el interior conservados. Pero, buscando con el dominio en la página de Enargas, descubrimos que en algún momento había tenido un equipo de GNC. A simple vista no se notaba nada, pero la información oficial no miente, y eso nos hizo replantear la compra.
Luego fuimos a ver un Duna CL, modelo 1994, color crema. Yo había aprendido a manejar en un Fiat Uno de la misma época, y el motor era similar, 1.6 con carburador. Lo fuimos a ver y nos recibió un hombre mayor, el padre del dueño, en un estacionamiento cerca de Córdoba capital. Por fuera se veía impecable, y por dentro también. Lo probamos y el motor sonaba bien, con ese clásico ronquido de los motores de la época. Hice una oferta, pero el dueño no necesitaba venderlo, así que no llegamos a un acuerdo.
«Tiene 152000 mil km reales querido, lo saco del concesionario Maipu un empleado del Banco de Córdoba, después lo tuvo una casa de sepelios que me lo vendió a mi..»
Después apareció un Galaxy de Villa Rumpial, color celeste, versión full con techo. Fui a verlo con mi viejo y estaba en un techo semi cubierto. Por fuera bien, pero el interior descuidado: plásticos internos dañados, se notaba que no había sido bien cuidado. Mecánicamente respondía bien, el motor era inyección, y el techo tenía un pequeño detalle de pintura, normal para los años. Lo bueno es que estaba más barato que el Duna. Hice una oferta un poco más baja, el dueño la aceptó, junté el dinero y le mandé el mensaje, pero días después me dijo que se arrepentía y no quería venderlo. Fue volver a empezar desde cero.
A los pocos días seguí buscando en Marketplace y Mercado Libre. Encontré otro Galaxy, color azul, modelo 1992, versión GL, no full. Me resultó curioso porque nunca había sido fanático de Ford, siempre más de Fiat, pero el auto estaba muy bien cuidado. Lo fui a ver ese mismo día con mi viejo, y tanto la pintura como el interior estaban en excelente estado. El motor era carburado, sin problemas de levantamiento de válvulas ni pérdidas importantes.

El vendedor del Galaxy tambien ofrecia un poco visto Nissan Sentra Rural ´95 en impecables condiciones
El dueño, un hombre muy atento, me pidió que le llevase el dinero en dólares en lugar de pesos, así que cambié la plata en una casa de cambio. A los dos días teníamos turno en el registro de Alta Gracia y hicimos la transferencia. Compré el auto y me acuerdo que, antes de arrancar la ruta 5 para traerlo a casa, paré a cargar nafta. Quise llenarlo, y al ver el marcador parecía que entraban más litros de los que indicaba, casi 70 litros. Es un tanque enorme, y quedó lleno.




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